lunes, 5 de noviembre de 2007

Entrevista a ALBERTO DONADIO

UN COLOMBIANO DEFIENDE A LOS ECUATORIANOS

Revista HAVRE octubre - noviembre 2007
Autor: Desde Colombia, Cecilia Méndez Fotógrafo: Pastor Virviescas

Tomamos el avión en Bogotá y en cuarenta minutos, aterrizamos en Bucaramanga. Un taxista parlanchín nos lleva a. Ruitoque, una meseta al sur de la ciudad. Llegamos a una casa en forma dé cabaña y vemos una hamaca en la terraza. Nos recibe Alberto Donadío, un escritor que critica a Colombia y defiende al Ecuador. Hace cinco años, aboga por más de 700 ecuatorianos que son víctimas del Gobierno colombiano. Entramos a la casa atestada de libros. Es la casa de dos escritores, Alberto y su esposa, Silvia Galvis, novelista y periodista, a quien la revista Semana escogió hace dos años como una de las 100 mujeres más importantes de la historia de Colombia.

Alberto es abogado y periodista. Fue, con Daniel Samper, uno de los primeros periodistas investigativos del país, hace 35 años. Su especialidad es destapar escándalos y llevar al banquillo a los poderosos. Ha escrito diez libros.

¿ Quiénes son los ecuatorianos a los que defiende?
“Hagamos un ejercicio, dejemos de lado nombres porque la esencia no cambia. Digamos solamente que es la gente de un banco que fue muy popular en el Ecuador. En 1999, el Gobierno colombiano anunció a los cuatro vientos que un banco ecuatoriano se había robado casi 200 millones de dólares de impuestos y de dinero de clientes en su filial colombiana. Una acusación oficial como esa causa la caída de cualquier banco. De entrada algo huele mal. Al Gobierno colombiano no le corresponde acusar a bancos ecuatorianos, eso solamente pueden hacerlo las autoridades del Ecuador, sean ciertos o falsos los cargos”.

¿Pero, los cargos eran ciertos o falsos?
“Eran falsos. Hoy se sabe eso hasta la saciedad porque ambos bancos, el que era muy popular y su filial en Colombia, devolvieron todo el dinero a los clientes. Colombia metió las narices en asuntos internos del Ecuador. El caso es muy grave porque desde el principio se sabía que la acusación era falsa. Hubo un montaje político para acusar agente inocente”.

¿Quiénes son los que usted defiende?
“Son unos 700 ecuatorianos que trabajaban en el banco, más sus dueños y cabezas directivas. Todos fueron golpeados, hay muchos dramas humanos detrás de la injusticia que cometió el Gobierno colombiano, pues les robó su buen nombre, su trabajo, su patrimonio, su tranquilidad. Fue una infamia del Gobierno de Andrés Pastrana”.

Usted denuncia a su propio país.
“Es cierto. La nacionalidad no es una venda contra la verdad. Los ecuatorianos que vinieron a invertir en Colombia, a realizar un negocio lícito, no solamente perdieron la inversión sino todo lo que tenían en el Ecuador. Aquí, los diarios dijeron que el banco ecuatoriano era un nido de ladrones habilísimos, lo decía el ministro de Finanzas y la directora de Impuestos. El propio Gobierno ecuatoriano bajó la cabeza y corroboró indirectamente la injusticia. Reflexionemos sobre el escenario inverso: Colombia no habría permitido que el Ecuador destruyera un banco colombiano. Es más, no creo que ningún Gobierno ecuatoriano piense en quebrar un banco colombiano con acusaciones inventadas”.

Vemos que esto le llega hondo.
“No puede ser de otra manera. Hay colombianos que van al Ecuador a hacer negocios ilícitos. A Colombia, en cambio, vinieron unos ecuatorianos a hacer un negocio legal con un banco y el Gobierno los desplumó, los llevó a la quiebra. Fue un verdadero desperdicio de capital económico y humano. Tal vez en el Ecuador no saben que cuando la canciller colombiana pedía la extradición de funcionarios de ese banco ecuatoriano, su marido le debía 8 millones de dólares al banco y era el mayor deudor”.


“...injusticia que cometió el Gobierno colombiano, pues les robó su buen nombre, su trabajo, su patrimonio, su tranquilidad”.

Autor: Desde Colombia, Cecilia Méndez Fotógrafo: Pastor Virviescas


“Colombia no habría permitido que el Ecuador destruyera un banco colombiano”.

En 2003, usted escribió el libro Los Farsantes, que cuenta los detalles, ¿por qué siguió?
“Las víctimas no siempre se saben defender, a veces no están en condiciones de hacerlo. Para eso están los abogados y los periodistas, que deben hablar en contra de la injusticia. Además, lo normal era que los tribunales, el Congreso y los organismos de fiscalización colombianos deberían haber hecho justicia y procesar y sancionar a los autores de la calumnia. Nada de eso pasó, salvo en el caso de algunos periodistas que han tenido el coraje de contar la verdad. A los responsables los premiaron y el Gobierno colombiano ni siquiera ha presentado disculpas a las víctimas. El Gobierno de Pastrana sabía que ningún banco sobrevive a acusaciones de fraude y estafa pero las lanzó a pesar de conocer el daño que causaban y las consecuencias para el Ecuador y para los ecuatorianos directamente afectados, desde empleados hasta accionistas. La directora de Impuestos se jactó de haber causado el colapso del banco”.

¿Por qué le ha dedicado los últimos cinco años a este caso?
“Muchos motivos. Me avergüenza como colombiano que mi país sea responsable de este atropello masivo. No entiendo por qué en el Ecuador nadie protestó contra esta violación a su soberanía ni por qué, en lugar de ayudar a las víctimas de la agresión colombiana, en cambio, las persiguieron. Permítame un ejemplo: si un general colombiano da en Bogotá la orden de fusilar -porque a este banco lo fusilaron- mañana en Quito, a las seis de la mañana, a 700 ecuatorianos, ¿las tropas ecuatorianas los sacan de sus casas, los vendan y los ponen frente al pelotón de fusilamiento? Supongo que no. Pero en el caso de ese banco, así sucedió. La orden de cerrar el banco vino de Bogotá y en Quito la ejecutaron instantánea y ciegamente. Nadie se detuvo a pensar: ‘Un momento, el cierre de un banco ecuatoriano se define únicamente en el Ecuador”.

¿Qué ha encontrado en sus investigaciones?
“Que el verdadero crimen lo perpetraron los acusadores al hacer cargos falsos que produjeron un descalabro financiero. Pensaron en sus propósitos sin importarles las consecuencias para miles de personas. Los inversionistas perdieron su capital, centenares de familias se quedaron sin empleo y profesionales competentes fueron despojados en un momento de un prestigio ganado puño a puño. Un país utilizó su propia credibilidad y soberanía para acusar falsamente. El mayor activo de un banco es la confianza de los clientes. Las autoridades de Colombia, de mala fe, despojaron a ese banco de aquel bien fundamental para su funcionamiento”.

¿Cuál es su objetivo?
“Que el Ecuador conozca y tenga conciencia de la verdad. Si se proclamó a los cuatro vientos un crimen que no ocurrió, ahora hay que hacer lo mismo proclamar que no hubo tal crimen, que los acusados son inocentes. No hacerlo sería perpetuar el crimen que cometieron calumniadores. El Gobierno de Pastrana destruyó una institución ecuatoriana, atropelló y calumnió a ecuatorianos. Ecuador debe exigir reparación a Colombia. Al Ecuador le quitaron un patrimonio humano y económico que le pertenecía y que tenía gran potencial. Colombia tiene que responder”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Detras de toda esta evidente injusticia, de parte las susodichas autoridades Colombianas,que probablemente siguieron intrucciones precisas de una elite de manipuladores, que quiren controlar el mundo, con acusaciones falsas y maquiavelicas,con el unico proposito de apoderarse del mundo financiero y economico,preguntemosle al senor Bush para que elite mundial trabaja y posiblemente iremos desilando el grave problema socio economico mundial.